Geral

Contra el racismo arqueológico

En atención y apoyo a la Minga Integral Agustinense y del Macizo Colombiano Pro-Defensa del Patrimonio Ancestral por  el pernicioso tratamiento dado a los colombianos del Macizo por parte del director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh), decidimos entrar en el debate nacional.

Creemos que el debate real que está en el trasfondo de las declaraciones de Fabián Sanabria, sobre la cancelación de la exposición “Elretorno de los ídolos”, es otro: el afán arrasador y racista conque opera el gobierno colombiano con la anuencia de la colonialidad academicista.

En primer lugar lo que concurre en la carta de Sanabria, permite ver la reactualización de dispositivos burocráticos que acentúan una forma de racismo que  opone saberes especializados, de  las academias, a formas otras de conocimiento,  es decir,  violencia epistémica. En efecto, cabe preguntarse si los intereses académicos esteticistas de la contemplación del objeto arqueológico no constituyen, curiosamente, aquella minoría que quiere pasar por encima de los intereses legítimos de los pobladores de San Agustín y San José de Isnos. Como la Minga Integral Agustinense y del Macizo Colombiano Pro-Defensa del Patrimonio Ancestral, lo ha manifestado,  la oposición es  a la imposición vertical del centralismo capitalino por encima de las necesidades locales y a las formas de exclusión soslayadas con las que Sanabria, utilizando su fraseología burocrática, pretende legitimar su gestión. Es decir, San Agustín e Isnos están bajo la tiranía de la minoría experta arqueológica.

Lo que más sorprende son las adjetivaciones negativas, deslegitimadoras, difamatorias con las que el director del Instituto Colombiano de Antropología  e Historia se refiere a los pobladores de San Agustín e Isnos, y en especial a la comunidad indígena Yanakuna.

Casi un año ha dedicado el director del Icanh a celebrar “el centenario” de investigaciones arqueológicas en San Agustín. O sea, Sanabria reproduce la celebración de los descubrimientos de cosas que no están por descubrir, como se hizo con los 500 años de la invasión a este continente. Sanabria ha hecho de San Agustín su salón de reuniones, a fin de tener algo digno que mostrar. Hace ya varios años, Anderson alertaba sobre como los nacionalismos se fundamentaban en la exaltación de pasados museográficos y arqueológicos como San Agustín. Hasta aquí el tema ya es grave, pues para nadie es un secreto que en el país la derechización acelerada ha venido acompañada de una suerte de reinvención de la nación: que siempre requiere apelar a los orígenes – desde el año Uno hasta el 900, dice en su comunicado-. No es necesario decir que buena parte del saber antropológico –muchas veces financiado y publicado por el Icanh- se ha centrado, en los últimos años, en señalar cómo las violencias epistémicas provenientes de disimiles ideologías crean espantosos efectos de verdad de los que somos testigos, víctimas y protagonistas los colombianos.  Sus declaraciones demuestran, una vez más, que la nación funciona mediante estrategias racistas de eliminación de la diferencia. Pero por si fuera poco, se refiere a los Yanakuna como: saboteadores, revoltosos profesionales, tiranos y atípicos.

Combinando con esto, Sanabria, una retórica de la derecha en Colombia, que invoca un enemigo inexistente para deslegitimar la oposición a sus ambiciones y desviar el debate. ¿A qué se refiere Sanabria con agitadores profesionales? ¿No es ésta acaso la retíorica mil veces utilizadas por fuerzas militares para deslegitimar y eliminar a colombianos que han sido puestos en lugares de la alteridad radical? ¿No ha sido acaso la retórica del enemigo oculto la que ha servido como forma de exclusión y racismo con el cual se “reinventa” o reactualiza el estado nación?

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Sanabria se ubica como máxima autoridad del patrimonio, mediante la invocación del poder disciplinar del saber experto, para afirmar que él posee la única verdad sobre “el patrimonio de la humanidad” que está localizado en el Macizo. Apelando a argumentos burocráticos afirma que socializó –por enésima vez– con los pobladores. Pero más valdría decir que intentó instruirlos y culturizarlos, de ahí sus palabras pedagogía y civismo con las que pretende enmascarar el impedimento del ejercicio democrático de disentir. Para sostener que el Icahn es una “máxima autoridad” frente al patrimonio lista una cantidad innecesaria de expertos y especialistas a los que embellece con el adjetivo de “de talla mundial”.  La lista de simpatizantes tiene nombres, cargos y profesiones, mientras que la de los “opositores” no tiene si no insultos y borramientos, unos pocos pobladores, afirma-. Así, el Icanh se posiciona como autoridad, pero a la vez se siente víctima, por  ser tratado como gobierno y no como academia. A Sanabria le resulta insultante que los pobladores no sepan referenciar, en los términos académicos expertos, el problema que para ellos significa el uso que el gobierno quiere darle al patrimonio. Se enoja ante el desconocimiento de los nombres de las estatuas que, los arqueólogos colonialistas, les pusieron a su antojo. Cabría preguntarse qué entiende el Icanh por diálogo intercultural, ya que también es su misión promoverlo; debería saber qué significa.

Lo que es paradójico es que san agustin pueda ser el pasado glorioso de la nación colombiana, pero no el pasado identitario de los yanakunas y habitantes de san agustin e isnos.

Así pues exigimos una respuesta decorosa, democrática, respetuosa e intercultural a los colombianos de San Agustín e Isnos sobre su derecho constitucional a existir, disentir y apropiarse del patrimonio por fuera de las lógicas centralistas, racistas y academicistas.

(Vea en los links abajo las cartas de la Minga Integral Agustinense y del Macizo Colombiano Pro-Defensa del Patrimonio Ancestral y de Fabián Sanabria).

http://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/comunicado-la-opinion-publica-del-comite-pro-defensa-del-patrimonio-ancestral/34206

http://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/carta-de-fabian-sanabria/34204

O Grupo de Estudos em Antropologia Crítica é um coletivo independente que atua na criação de espaços de auto-formação e invenção teórico-metodológica. Constituído em 2011, o GEAC se propõe, basicamente, a praticar “marxismos com antropologias”. Isto significa desenvolver meios para refletir, de maneira situada, sobre os devires radicais da conflitividade social contemporânea. Delirada pelo marxismo, a antropologia se transforma, para o GEAC, numa prática de pesquisa e acompanhamento político das alteridades rebeldes que transbordam e transgridem a pretensão totalitária do modo de produção vigente e da sua parafernália institucional.

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