¿Quién nunca se ha preguntado sobre cuáles serían las dinámicas de la antropología cubana, sus agendas de investigación y de producción teórica? Hace algunos años, en 2013, el Grupo de Estudios en Antropología Crítica (GEAC) compartió estas inquietudes con el antropólogo cubano Alberto Granado, que estaba de visita en Buenos Aires para participar, entre otras actividades, en el lanzamiento de la segunda edición de un libro escrito por su padre – de quien heredó el mismo nombre – sobre el célebre viaje en motocicleta emprendido al lado de Ernesto Guevara a inicios de los años ’50. Además de antropólogo, Alberto también es geógrafo y actualmente dirige el Museo Casa de África, una institución dedicada al estudio y la divulgación del arte africano contemporáneo. En el diálogo que mantuvo con el GEAC, Alberto relató las actividades de Casa de África y reflexionó sobre las potencialidades de la antropología en el contexto de la revolución cubana.
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GEAC: Alberto, nos parece interesante que nos cuentes un poco sobre Casa de África a la luz de tu experiencia como director y como antropólogo social cubano.
Alberto Granado: Casa de África es un museo que pertenece a la Oficina del Historiador de la ciudad, que a su vez es una institución cultural sin fines de lucro que nace antes de la Revolución. Ya desde el inicio de la Revolución del 1959, hay interés del estado de resguardar el patrimonio de la ciudad, tanto inmueble como inmaterial, aunque esa no fue la prioridad al comienzo del proceso revolucionario, ya que había otras cuestiones sociales más urgentes que resolver. En 1989, se declara patrimonio de la humanidad a la antigua villa de San Cristóbal de La Habana, que es lo que constituye el centro histórico. El museo Casa de África surge en 1986 por una necesidad específica y en el marco de la restauración del patrimonio inmueble del casco histórico. Lo que se conocía de África en Cuba en la primera mitad del siglo XX era prácticamente nada, por lo tanto hay una intención en los años ‘80 en ir creando instituciones para revertir esa falta de conocimiento. Por mucho tiempo la visión que se tenía en Cuba sobre África era muy limitada, ya que el africano se lo asociaba siempre con el negro esclavizado: ser africano era ser esclavizado. Además, había una relación muy estrecha de intercambio cultural de Cuba con África: ya se sabía que había hombres cubanos en Angola, que habían participado en [la lucha armada] el Congo, que había otros procesos de asesoramiento militar en Guinea Bissau. Por lo tanto también había que preparar al cubano a la cultura de esos pueblos. Así es que comienzan a llegar Cuba diversos obsequios y regalos provenientes de África como un agradecimiento del propio pueblo africano hacia nuestro país. En este contexto la Casa de África es creada y tiene como objetivo fundamental en su origen divulgar la cultura y el arte africano contemporáneo.
GEAC: A demás de las colecciones de arte, ¿cuáles son otras actividades que desarrolla Casa de África?
A.G.: La función de la Casa como museo conlleva condiciones interactivas entre el público y las colecciones; trabajamos mucho con las colecciones y exposiciones transitorias dentro de lo permanente. Es un museo que atrae a todo el mundo porque jugamos mucho entre las actividades de investigación, artísticas y educativas, así como mantenemos relaciones intensas con el cuerpo diplomático africano y con los estudiantes africanos que se encuentran en el país. Pero también, y dentro del proyecto de la Oficina del Historiador de la Ciudad, surgió un proyecto con estudiantes de enseñanza primaria que van a estudiar en el museo; cada museo les dedica un área y ellos estudian ahí matemáticas, ciencias naturales.
La casa de África es también un espacio donde se reúnen diferentes grupos de investigación y de artistas. Es la sede donde se reúnen los integrantes de la Comisión Nacional de la Ruta del Esclavo de UNESCO; ahora tenemos una biblioteca de la organización latinoamericana de afrodescendientes; el grupo ALBA Cultural ahí tuvo sus reuniones…es decir, tenemos muchas actividades todo el tiempo. Y claro, el taller de antropología social y cultural afroamericana, que se celebra en enero.
GEAC: Pensando en el intercambio constante de Casa de África con la comunidad a partir de sus diferentes propuestas, el Taller de Antropología es un evento científico muy importante para la antropología social cubana. Entonces, ¿cómo se incluye la antropología en Casa de África?
A.G.: En 1996 realizamos en la Casa el primer evento de antropología social y cultural que en un inicio llamábamos “Entre cubanos”, que remitía a la obra de Fernando Ortiz, su ensayo de psicología tropical intitulado Entre cubanos. Nos pareció entonces proponer un evento que estuviera ligado no solamente a lo académico y que tuviera en cuenta las propias particularidades sociales de Cuba, en donde el antropólogo no se distanciara tanto de sus propios “objetos” de estudio. Por eso hicimos un evento donde el elemento cultural juega un papel central y lo relacionamos con una fecha importante para la Casa, que es el 6 enero. Esta fecha corresponde al proceso de esclavitud en Cuba, ya que el 6 de enero era el único día en que los esclavizados salían a las calles y se producía un fenómeno que Fernando Ortiz llamó la fiesta de Reyes afrocubana. A partir de ahí nosotros también tratamos de recrear la salida de los cabildos afrocubanos y las agrupaciones contemporáneas descendientes de esos cabildos históricos. Entonces, el 6 de enero de 1996 se reactiva esta fiesta popular y a partir de ese año el Taller comienza sus actividades periódicas. En un primer momento, el evento estuvo muy cargado con los temas de las religiones de origen africano. En las siguientes ediciones del Taller ya empezamos a incorporar elementos de antropología visual y comenzamos también a incorporar la narración oral, hasta que en 2008 creamos el Festival Afropalabra para la comunidad, paralelamente al Taller científico. En este festival de oralidad se realizan las presentaciones de grupos de narradores y artistas, cubanos y extranjeros, en horas de la tarde para todos los acreditados. Hemos logrado también tener invitados de distintos países, tuvimos invitados afrodescendientes de Argentina, de Brasil, de Estados Unidos. Es un festival que ha ido obteniendo cierta fuerza aunque todavía me parece que le hace falta ver la performance, la oralidad y la narración desde lo académico. esto es algo que todavía nos falta, se necesita más reflexión teórica al respecto.
GEAC: Ser investigadores y al mismo tiempo practicantes de la religión o estudiosos de las propias prácticas culturales es muy interesante para el caso cubano. ¿Qué características tiene ese evento de antropología en Casa de África? ¿Cómo lo vivencial se cruza con las agendas investigativas?
A.G.: El evento de Casa de África es fundamentalmente un evento participativo y de debate, le damos importancia a las ponencias y conferencias, pero rompemos un poco con esa estructura clásica de los eventos. Nuestro Taller quiere alejarse del puro académico que está sobre una tribuna separado de la gente. Por esta dinámica participativa, también decimos que es un taller en donde hay participación y debate y en donde la gente aprende, esto me parece que es lo más interesante. Este evento nos permitió ver cómo, a través de la Universidad de base, ya existe un interés hacia el elemento afro: poco a poco va quedando atrás la idea de que se trata solamente de elementos religiosos que no conforman parte de nuestra identidad.
GEAC: ¿Qué hace entonces un antropólogo en Cuba? ¿Cuál es el perfil de un investigador social en Cuba?
A.G.: En Cuba, más que hablar del antropólogo se puede hablar del investigador social, que se forma en historia y sociología principalmente. Hay instituciones que se dedican al estudio antropológico. Si bien hay doctores en antropología, lo que se ha ido desarrollando en los últimos 20 años es una maestría en antropología dirigida por la Universidad de La Habana. Está el Instituto de Antropología de Cuba que es una institución que se dedica a realizar estudios antropológicos de todo tipo: sociales, culturales, históricos, arqueológicos, biológicos. Pertenece al Sistema de Investigaciones para el Desarrollo Social y Científico del País y realiza, fundamentalmente, trabajos en temas que son de interés público, como trabajos en centros educacionales, trabajos relacionados con la arqueología aborigen en algunas regiones de Cuba, también algunos procesos que se producen de migración interna.
También existe otra institución que es la Fundación Fernando Ortiz, que tiene un gran grupo de investigadores asociados y se dedica, fundamentalmente, al trabajo editorial y a la difusión de investigaciones. También está el Instituto Cubano de Arte y Cine, el ICAIC, que tiene un equipo de trabajo investigativo de trabajadores sociales donde hay sociólogos, psicólogos, antropólogos. Ese trabajo no se queda exclusivamente en la capital, también va hacia el interior del país. Está el Centro Cultural Africano Fernando Ortiz, la Casa del Caribe, en Santiago de Cuba, que también desarrolla un trabajo investigativo muy fuerte con todo un equipo de antropólogos y sociólogos, además de hacer el Festival del Caribe en el mes de julio. Finalmente, hay que recordar que en todas las universidades donde se estudian las ciencias sociales existe de una forma u otra el estudio de la antropología, pero no como una carrera, sino como una asignatura.
GEAC: ¿Cómo ves la relación entre la antropología y la Revolución? ¿Por qué la antropología podría ser importante para profundizar el proceso revolucionario?
A.G.: Yo creo que en Cuba el desarrollo de la antropología todavía no llevó a tener una carrera de antropología como tal por varias razones. Debemos tener en cuenta que la visión de la antropología estuvo bastante ligada a una disciplina sumamente burguesa, una antropología discriminatoria, colonial, etc. El proceso revolucionario quiso y quiere justamente desligarse de todo ese pensamiento. Se han hecho estudios antropológicos que permiten ver cómo fue contada la historia del siglo XIX cubano hasta ahora, por nuestros propios independentistas. Ver con una visión más crítica nuestra historia, que nos pueda dar herramientas para poder analizar los procesos sociales cubanos. Creo que en otras partes de América Latina por, sus propias condiciones y por sus propias necesidades, la antropología avanzó mucho en esa decolonización del pensamiento. Brasil, Argentina, México, por poner solamente tres ejemplos del continente donde existe una vanguardia, sobre todo de jóvenes, que con un pensamiento renovador, ha encaminado a la antropología social y cultural hacia nuevas corrientes. En Cuba tiene que trabajarse más el desarrollo y la profundización de la antropología como una ciencia que puede servir como un termómetro para ver como se están produciendo los procesos sociales en el país. Yo creo que hay que masificar a la antropología, hay que tratar de abrir la enseñanza de la antropología mucho más. Ya es hora de que haya una carrera como tal. Desde Casa de África venimos apuntando en esa dirección, insistimos con la participación de investigadores y estudiantes de todo el país y también desde el extranjero, para que puedan aportar una visión diferente a los investigadores nuestros con respecto a la disciplina.
GEAC: Es interesante este ejercicio que nos propones de historizar la antropología en Cuba, para entender justamente el peso de la visión colonialista y eurocéntrica que tiene esta disciplina en América Latina. ¿Cuál es tu parecer sobre lo que la Revolución Cubana puede aportar a la antropología?
A.G.: Yo creo que lo que pudiese aportar nuestra sociedad y nuestro proyecto social a la antropología es precisamente ver que se puede realizar una sociedad que está conformada por el ser humano de una forma diferente. Es lo que yo creo sería un aporte importante. En Cuba tenemos muchos lugares donde se hace antropología sin saber que se hace antropología: lo importante es focalizarse sobre lo que estamos haciendo y fundar una antropología moderna, una antropología nuestra y por fin crear una escuela de antropología cubana. Hasta que no nos definamos eso, vamos a estar vagando por muchas cosas. Yo creo que existen las condiciones, porque el estudio de la antropología en Cuba tiene su historia. Viene desde Fernando Ortiz, el padre del pensamiento social y cultural cubano. Sin embargo, hace falta institucionalizar la antropología como una disciplina fundamental al conocimiento sobre nosotros mismos.
Hoy existe un cambio que también nos da esa posibilidad. Lo que falta es más acercamiento a la antropología que se está haciendo hoy en Suramérica: lo que se está haciendo en México, por ejemplo, donde se hacen estudios muy profundos, que incluyen el marxismo desde una visión antropológica. Creo que hacer estos estudios es importante. En Cuba debería existir un laboratorio del estudio del marxismo-leninismo y de la propia Revolución Cubana a través de la antropología. Yo creo que las escuelas de formación que existen en Cuba deberían desarrollar o incluir más las perspectivas de la antropología en ese sentido, porque eso nos daría un mejor conocimiento y le daría herramientas a los politólogos para poder realizar su trabajo con más conocimiento de lo que sucede en la sociedad. La Revolución Cubana es un proceso social que ha cumplido un tiempo en la historia. No caben dudas que nosotros mismos tenemos que estudiarla, no podemos dejar que vengan antropólogos norteamericanos, antropólogos ingleses, antropólogos de cualquier otra parte del mundo a estudiar nuestras propias condiciones sociales. Tenemos nosotros mismos que ser capaces de estudiarnos.
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